La Suprema Corte de Justicia de la Nación ya manifestó la inconstitucionalidad que representa que a una mujer se le castigue con cárcel por interrumpir un embarazo.
Por su parte, la Conferencia del Episcopado Mexicano, CEM, en un comunicado público enviado el miércoles 08, a nombre de la Iglesia Católica, coincidió en que enviar a la cárcel a la madre no resuelve el problema del aborto, aunque lamentó que aún continúa sin respuesta la protección del hijo nonato, a quien se le niega el derecho a la vida.
Evidentemente este es un tema complejo, pues tiene connotaciones morales y éticas, jurídicas, antropológicas y sociales, que siempre se ha interpretado socialmente de modo polarizado.
No obstante la reiterada percepción mediática que indica que la sociedad mexicana cada vez más se inclina por lo que indebidamente se etiqueta como “legalización del aborto”, que no es lo mismo que la “despenalización judicial”, pues esta última no califica moralmente el hecho, hay datos muy reveladores respecto a este tema en la “Encuesta nacional vida, familia y mujer, 2021”.
Esta fue realizada en junio de este año por la empresa Áltica, no telefónicamente como hoy se acostumbra, sino de modo presencial, cara a cara y con tres mil veinte entrevistas, que son más del doble de las que usualmente son aplicadas. Las conclusiones nos revelan que el 57% de los mexicanos están “en contra del aborto”, el 29% “a favor” y el 14% se abstuvo de responder
La realidad es que, hasta hoy, de forma reiterada y desde hace muchos siglos, el tema del aborto se ha tratado con argumentos simplistas y estereotipados, caracterizados por etiquetas que adjudican a la mujer el rol de única culpable. Sin embargo, con visión humanista debemos reconocer que en este hecho coinciden dos víctimas: por una parte, la criatura a la que se niega el derecho a vivir, pero también la madre, a quien tradicionalmente se castiga y con ello se generan nuevos agravios de lamentables consecuencias.
A la sociedad le debe preocupar conocer ¿qué es lo que impulsa a una mujer a recurrir al aborto?
Sin duda podemos decir que detrás de un intento de aborto hay un “embarazo no deseado” por parte de la madre. Los embarazos no esperados generalmente representan una tragedia personal para la madre que lo vive y por ello debemos resolver las causas que lo generan.
Las causas pueden tener muchos orígenes entre los cuales se debe considerar la violencia y el abuso sexual, lo cual constituye un delito que generalmente queda impune por indolencia y falta de compromiso por parte de las autoridades judiciales que reciben las denuncias.
Sin embargo, la circunstancia más común es la irresponsabilidad del padre biológico, quien se niega a apoyar a su pareja y asumir las consecuencias que implica la gestación del hijo, para lo cual el hombre recibe el apoyo de una sociedad machista que justifica su actitud.
Es usual identificar el abandono de algunos hombres cuando se enteran del embarazo, así como la actitud de rechazo familiar cuando esto sucede con madres solteras que aún viven con sus padres en relación de dependencia, entre otras tantas circunstancias.
Por tanto, detrás de un aborto hay dos víctimas, aunque la sociedad generalmente sólo señala a la mujer como única responsable, sin considerar que la gestación es una responsabilidad de pareja.
Al protagonista masculino del embarazo la sociedad lo releva de sus responsabilidades y le carga todo el peso de la ley a ella. ¿Cuántas veces sucede que es el mismo hombre quien exige y presiona para que la mujer considere el aborto como su única opción?
Por tanto, el reto que tiene nuestra sociedad, con apoyo de las instituciones gubernamentales, es generar acciones que desestimulen la generación de embarazos no deseados y por otra parte, ofrecer soluciones de fondo a las mujeres que tuvieron embarazos involuntarios, para que no lleguen a considerar el aborto como una posibilidad y así, de este modo, protejamos el derecho de cada ser concebido a tener un lugar entre nosotros.
Si lo que estimula el embarazo involuntario es la falta de compromiso del varón, para quien el sexo es simplemente una actividad recreativa que no le genera consecuencias, consideremos que seguramente, si sintiera la presión del compromiso jurídico, de por vida, sobre una gestación, podríamos disminuir las conductas irresponsables, tanto en el sexo consensuado como en el que se deriva de una agresión.
Por tanto, se vuelve fundamental legislar para generar jurisprudencia que determine que toda gestación es una responsabilidad compartida en igualdad de circunstancias. Si antes no se exigían responsabilidades al varón es porque seguramente no existían las herramientas científicas para determinar la paternidad, pero hoy una simple prueba de ADN garantiza veracidad de la respuesta, sin lugar a duda.
Para ello debe surgir la petición ciudadana y de sus organizaciones dirigida al Poder Legislativo, para que este tema sea resuelto de forma justa y sensible.
Por otra parte, las familias deben ser solidarias cuando una hija queda embarazada, pues el abandono, así como el rechazo, inducen al aborto.
Además, la cultura de la adopción con un sistema de apoyo médico, social y económico durante el embarazo puede representar una nueva forma de impulsar la disminución del aborto, siempre bajo un protocolo que garantice la buena fe y la existencia de condiciones socioeconómicas de los padres adoptivos para enfrentar esta nueva responsabilidad.
Y las autoridades… deben castigar con rigor la agresión sexual, conscientes de sus graves repercusiones.
¿A usted qué le parece?
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